lunes, 16 de julio de 2018

Teleconferencia


Eran exactamente las doce y trece minutos del mediodía cuando en el despacho del señor Doll empezó a sonar el teléfono, Alexander Doll director y accionista principal de Tecnologías Doll cerró  el Times  con fastidio y se dispuso a coger la llamada.                                                               

 – Habíamos quedado en empezar a y cuarto, aún quedan dos minutos para eso – fue lo primero que espetó a sus interlocutores, el señor Doll era un hombre muy meticuloso y solo el dinero se anteponía al orden y la exactitud en su lista de preferencias, de hecho, aunque ni el mismo lo reconociera, en muchas ocasiones cuando estos dos elementos,  ejes centrales de su vida, se habían visto en conflicto era los segundos los ganaban la pugna.                                

   - Lo siento Doll pero el asunto a tratar es urgente y no andamos sobrados de tiempo, cuanto antes empecemos antes acabaremos y el Doctor  Xiaoxiong   podrá finiquitar de una vez  el proyecto.

El señor Doll gruño y apartó de un manotazo las páginas del Times que cruzaban en ese momento justo por delante de sus ojos.

- Esta bien Doctor, explíquenos entonces que es eso tan importante que debemos saber, y más le vale que no se trate de otro retraso, llevo demasiado dinero invertido en esto para los retrasos que ha habido hasta ahora.

Era exactamente la una y cuarto de la madrugada en el laboratorio Xin Xiwang de Pekín y el Doctor Hao Xiaoxiong sonreía nervioso y emocionado, seguro de dar una respuesta al señor Doll que este no esperaba pero que seguro le sacaría su primera sonrisa en meses.

- Señor Doll, señor Slonov, lo tenemos, por fin lo tenemos, hace un par de horas hemos realizado las últimas pruebas pertinentes  y el resultado ha sido concluyente, está listo, falta perfeccionarlo pero en un par de semanas a lo sumo podrá estar en el mercado.

Un silencio siguió a sus palabras, y mientras sus jefes asimilaban la bomba, el Doctor cogió su móvil, que en ese preciso momento se alejaba hacia una de las luces del laboratorio y se comenzó a escribirle un mensaje a su mujer, esa noche por fin podrían celebrar el éxito después de meses de incansable trabajo, pulso a enviar más feliz de lo que había estado nunca, pero sin saber lo poco que le duraría esta alegría.

Eran exactamente las nueve y diecisiete minutos de la noche en Moscú, y después de un minuto de sepulcral silencio en el despacho del presidente de  Investigaciones Slonov  solo perturbado por el casi imperceptible sonido del suave choque de los diferentes objetos, que tan común se había hecho en los últimos meses, de pronto, este silencio a medias se vio interrumpido por un grito de triunfo y alegría que resonó en toda la planta, los diferentes administrativos que allí trabajaban, sin saber a qué se debían estos gritos se asomaron con alarma al despacho de su jefe, pero Serguei  Chuchelo Slonov les instó a marcharse con un gesto de la mano.



- ¡Por fin! Sabía que podía confiar en usted doctor- dijo Slonov soltando una grave carcajada- y ahora que dice Doll ve cómo era la persona adecuada, le dije que no había nadie mejor para esto.

- Tiene razón, Felicidades Doctor, pero no hay que emocionarse tan pronto ahora es misión nuestra señor Slonov que esto entre al mercado del mejor modo posible y…

Serguei dejo al Doll seguir soltando su pequeño discurso mientras pensaba en cómo había llegado al momento  actual desde que ocurrió el fenómeno que había cambiado el mundo conocido hasta el presente, el momento en el que él creía que cambiaria el mundo de nuevo, todo acompañado de una lluvia de dinero, como no.

- … Y elegir un nombre con gancho porque máquina gravitacional no creo que sea un buen nombre de mercado para…

El señor Doll, su socio, seguía con su discurso y Slonov aprovechó para coger uno de los bollos que había pedido que dejaran flotando en su despacho, realmente no entendía bien la actitud de su colega y reamente no se hacia una idea de lo meticuloso y precavido que era en realidad, desde su punto de vista después de la noticia recibida era momento de celebrar un éxito que los cubriría a los dos de dinero además de permitirles entrar en la historia de la humanidad, ya tendrían tiempo de ocuparse de los pequeños detalles después de la celebración, el señor Slonov miraba a otro de los bollos pensando cómo atraparlo cuando lo notó.

Realmente no importaba que hora fuera en ese momento en el Planeta Tierra en algunos lugares las doce, en otros la una o las nueve en otros tantos, eso sí, habían pasado exactamente veinte minutos de esa hora cuando todo se derrumbó, literalmente en este caso, En Chicago las desordenadas páginas de un Times se estrellaron diseminándose aún más por el suelo, en Pekín un móvil amarrado a una mesa cayó con fuerza contra ella fracturando la pantalla en miles de pedacitos, en Moscú decenas de bollos cayeron contra el suelo del despacho ante los gritos ahora de horror y frustración de su ocupante.

Para la humanidad ese fue el día en el que la Tierra volvió a la normalidad, sin embargo, no todos lo celebraron.  

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