miércoles, 25 de julio de 2018

El Duelo


Hacía una mañana fría y pese a que no había ni una nube, el sol, a esa temprana hora todavía no resplandecía demasiado. Will miró a su oponente con cautela y con la espada desenvainada se fue acercando a él poco a poco, cuando se encontraba aproximadamente a unos cinco metros de distancia tensó su cuerpo y adoptó una postura defensiva.

- A que esperas, Jonas, desenvaina de una vez.

- Will esta es tú última oportunidad de detener esto, retira tus palabras y olvidemos esta locura.

- Cállate y saca tu maldita espada. No tengo nada que decirte.

Jonas cabizbajo negó una vez con la cabeza, para un segundo después mirar a Will a los ojos y empezar a desenvainar la espada lentamente, como dando tiempo a su rival para pensárselo una última vez.  Aunque en el fondo sabía que no a ocurrir, la rabia contenida durante esos tres meses había estallado del peor modo y no iba haber manera de detenerla.

Cuando Will vio que Jonas había adoptado  también una pose de combate comenzó a avanzar a la vez que se escoraba para buscar un buen ángulo por el que atacar. Su oponente más experimentado que él se escoró  a su vez y los dos estuvieron varios segundos moviéndose en círculos, observándose. Todo comenzó en un segundo, cuando vio su oportunidad Will se lanzó hacia la yugular de Jonas, pero este lo esperaba, alzó su espada y el choque de esta con la de su contrincante hizo vibrar el aire.



Will corría a máxima velocidad esquivando los distintos obstáculos que encontraba por las estrechas calles de la ciudad, alguno de estos obstáculos se volvía hacia el profiriéndole insultos. Pero no le importaba, tenía que ser él Will Defreid el primero en comunicarle a Lina la gran noticia. Will sabía que pese a que había intentado parecer calmada e incluso algo indiferente no había ser más ansioso en la ciudad que su hermana. Will se detuvo derrapando en la esquina y entró por la puerta gritando a pleno pulmón.

-¡Lina! ¡Catalina!

- Will, que demoni…

-¿A que no adivinas quien será tu primer capitán?

- Como voy a saberlo, no nos lo comunican hasta mañana, espera Will, esa cara, que has hecho esta vez…

- Jajaja tranquila nadie tiene por que enterarse, solo he estado un rato jugando a espías en el cuartel, de verdad no quieres saber quién va a ser tu capitán.

- Will…

- ¡Va a ser Jonas! Lo he escuchado en la reunión, el mismo te ha pedido para su cuerpo expedicionario.

Will observó satisfecho la sonrisa de felicidad de su hermana y pudo notar casi físicamente como la tensión que Lina acumulaba desde hacía días desaparecía  con el suspiro de alivio que soltaba en esos momentos.

Los dos hermanos conocían a Jonas desde que eran pequeños. Había sido el mejor discípulo de su padre y cuando este murió en combate hacía ya casi ocho años, dejándoles huérfanos (pues a su madre se la llevo un  sarampión hacia ya diez años.) Jonas fue de las personas que más les ayudaron a salir adelante. Estuvo al principio en los momentos más duros y más tarde fue el aval para que los dos pudieran entrar en la escuela militar como habían deseado desde que eran críos.

- Entonces, ¿de verdad  me ha reclamado él para su unidad?

- Lo he escuchado con total claridad, ja, puede ir de todo lo honorable y recto que quiera, decir que no va a mostrar favoritismos, pero yo sabía que te elegiría desde el principio, al fin y al cabo nadie mejor que él sabe tu potencial.



La pierna de Will sangraba, no era un corte profundo pero no era el primero que Jonas le infligía y como guerrero experto sabía que si alargaba el combate la victoria acabaría inclinándose hacia él. Se había alejado de Will dándole algo de tiempo y espacio para que se recuperara y estudiándole  con desconfianza. Will era más joven y disponía de más energía  y unos reflejos mejores, Jonas sabía que contaba con la experiencia y una mayor pericia, pero aún así no debía confiarse, era él quien había  iniciado a Will en el arte de la espada, y sabía de lo que era capaz. Observo cómo Will finalmente se incorporaba y se lanzaba de nuevo al combate, Jonas con un sentimiento en su interior parecido a la resignación se preparó para rechazar el nuevo ataque.



Jonas se sentó con rabia ante una mesa apartada del resto en el comedor común. Era la tercera vez ese mes que sus superiores le negaban una expedición. Argumentaban que hacia menos de dos semanas de la última que había y que desde la  terrible escaramuza de las montañas de Skal no había tenido más de una semana de descanso, que lo necesitaba, que le vendría bien. Jonas no podía estar más en desacuerdo estando fuera, de expedición al menos podía centrarse en el trabajo, le mantenía ocupado. En cambio parado sin hacer nada en el cuartel, no podía evitar sumirse en terribles pensamientos, y no eran solo sus fantasmas los que le acosaban, lo peor era Will, y cada vez iba a más. Desde la muerte de su hermana Will había empezado a beber hasta casi caer inconsciente. Y el tiempo que no lo pasaba bebiendo lo hacía insultándole,  cuando no haciendo las dos cosas simultáneamente. Se había empeñado en echarle la culpa de la muerte de Lina y pese a que tanto sus superiores como el resto de supervivientes de la misión le habían dicho que había actuado correctamente y  que no se podía haber hecho nada para salvar a los fallecidos a veces Jonas se preguntaba si Will no tendría razón. Pese a eso Jonas no podía permitir que eso continuara. Si Will seguía acusándole de cosas tan graves en público el tendría que responder. Un fuerte portazo sacó a Jonas de sus pensamientos, Will se dirigía hacia él furibundo.



Las espadas volvieron a cruzar trayectorias en el aire y Will exhausto se echó hacia atrás. Sabía que estaba perdiendo el combate, pero una furia ciega le obligaba a seguir la lucha hasta las últimas consecuencias. Miró hacia arriba, Jonas mantenía su guardia, pero no atacaba. Eso enfurecía aún más, era como si se estuviera burlando de él, como si no le tomará en serio. Will cogió esa rabia y la convirtió en la energía para una última embestida, se lanzó de frente aún sabiendo que era lo que Jonas esperaba, pero no le quedaba fuerza para intentar otra cosa. Will vio como una vez más la espada de Jonas se interponía en su trayectoria, sin embargo, cuando ya creía que su último ataque estaba condenado a acabar como los anteriores la espada de Jonas cayó hasta dejar su pecho expuesto y la espada de Will llevada por la inercia se lo atravesó limpiamente. Los dos contrincantes cayeron al suelo, uno de los dos ya muerto antes de tocarlo y mientras las manos de Will se empapaban de la sangre de su amigo un sentimiento empezó también a inundarle.

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