Hacía una mañana fría y pese a que no había ni una nube, el
sol, a esa temprana hora todavía no resplandecía demasiado. Will miró a su
oponente con cautela y con la espada desenvainada se fue acercando a él poco a
poco, cuando se encontraba aproximadamente a unos cinco metros de distancia
tensó su cuerpo y adoptó una postura defensiva.
- A que esperas, Jonas, desenvaina de una vez.
- Will esta es tú última oportunidad de detener esto, retira
tus palabras y olvidemos esta locura.
- Cállate y saca tu maldita espada. No tengo nada que
decirte.
Jonas cabizbajo negó una vez con la cabeza, para un segundo
después mirar a Will a los ojos y empezar a desenvainar la espada lentamente,
como dando tiempo a su rival para pensárselo una última vez. Aunque en el fondo sabía que no a ocurrir, la
rabia contenida durante esos tres meses había estallado del peor modo y no iba
haber manera de detenerla.
Cuando Will vio que Jonas había adoptado también una pose de combate comenzó a avanzar a
la vez que se escoraba para buscar un buen ángulo por el que atacar. Su
oponente más experimentado que él se escoró a su vez y los dos estuvieron varios segundos moviéndose
en círculos, observándose. Todo comenzó en un segundo, cuando vio su
oportunidad Will se lanzó hacia la yugular de Jonas, pero este lo esperaba,
alzó su espada y el choque de esta con la de su contrincante hizo vibrar el
aire.
Will corría a máxima velocidad esquivando los distintos obstáculos
que encontraba por las estrechas calles de la ciudad, alguno de estos obstáculos
se volvía hacia el profiriéndole insultos. Pero no le importaba, tenía que ser
él Will Defreid el primero en comunicarle a Lina la gran noticia. Will sabía
que pese a que había intentado parecer calmada e incluso algo indiferente no había
ser más ansioso en la ciudad que su hermana. Will se detuvo derrapando en la
esquina y entró por la puerta gritando a pleno pulmón.
-¡Lina! ¡Catalina!
- Will, que demoni…
-¿A que no adivinas quien será tu primer capitán?
- Como voy a saberlo, no nos lo comunican hasta mañana,
espera Will, esa cara, que has hecho esta vez…
- Jajaja tranquila nadie tiene por que enterarse, solo he
estado un rato jugando a espías en el cuartel, de verdad no quieres saber quién
va a ser tu capitán.
- Will…
- ¡Va a ser Jonas! Lo he escuchado en la reunión, el mismo
te ha pedido para su cuerpo expedicionario.
Will observó satisfecho la sonrisa de felicidad de su
hermana y pudo notar casi físicamente como la tensión que Lina acumulaba desde hacía
días desaparecía con el suspiro de alivio
que soltaba en esos momentos.
Los dos hermanos conocían a Jonas desde que eran pequeños. Había
sido el mejor discípulo de su padre y cuando este murió en combate hacía ya
casi ocho años, dejándoles huérfanos (pues a su madre se la llevo un sarampión hacia ya diez años.) Jonas fue de
las personas que más les ayudaron a salir adelante. Estuvo al principio en los
momentos más duros y más tarde fue el aval para que los dos pudieran entrar en
la escuela militar como habían deseado desde que eran críos.
- Entonces, ¿de verdad me ha reclamado él para su unidad?
- Lo he escuchado con total claridad, ja, puede ir de todo
lo honorable y recto que quiera, decir que no va a mostrar favoritismos, pero
yo sabía que te elegiría desde el principio, al fin y al cabo nadie mejor que él
sabe tu potencial.
La pierna de Will sangraba, no era un corte profundo pero no
era el primero que Jonas le infligía y como guerrero experto sabía que si
alargaba el combate la victoria acabaría inclinándose hacia él. Se había alejado
de Will dándole algo de tiempo y espacio para que se recuperara y estudiándole con desconfianza. Will era más joven y disponía
de más energía y unos reflejos mejores, Jonas
sabía que contaba con la experiencia y una mayor pericia, pero aún así no debía
confiarse, era él quien había iniciado a
Will en el arte de la espada, y sabía de lo que era capaz. Observo cómo Will finalmente
se incorporaba y se lanzaba de nuevo al combate, Jonas con un sentimiento en su
interior parecido a la resignación se preparó para rechazar el nuevo ataque.
Jonas se sentó con rabia ante una mesa apartada del resto en
el comedor común. Era la tercera vez ese mes que sus superiores le negaban una
expedición. Argumentaban que hacia menos de dos semanas de la última que había y
que desde la terrible escaramuza de las montañas
de Skal no había tenido más de una semana de descanso, que lo necesitaba, que
le vendría bien. Jonas no podía estar más en desacuerdo estando fuera, de
expedición al menos podía centrarse en el trabajo, le mantenía ocupado. En
cambio parado sin hacer nada en el cuartel, no podía evitar sumirse en
terribles pensamientos, y no eran solo sus fantasmas los que le acosaban, lo
peor era Will, y cada vez iba a más. Desde la muerte de su hermana Will había
empezado a beber hasta casi caer inconsciente. Y el tiempo que no lo pasaba
bebiendo lo hacía insultándole, cuando
no haciendo las dos cosas simultáneamente. Se había empeñado en echarle la culpa
de la muerte de Lina y pese a que tanto sus superiores como el resto de
supervivientes de la misión le habían dicho que había actuado correctamente y que no se podía haber hecho nada para salvar a
los fallecidos a veces Jonas se preguntaba si Will no tendría razón. Pese a eso
Jonas no podía permitir que eso continuara. Si Will seguía acusándole de cosas
tan graves en público el tendría que responder. Un fuerte portazo sacó a Jonas
de sus pensamientos, Will se dirigía hacia él furibundo.
Las espadas volvieron a cruzar trayectorias en el aire y
Will exhausto se echó hacia atrás. Sabía que estaba perdiendo el combate, pero
una furia ciega le obligaba a seguir la lucha hasta las últimas consecuencias.
Miró hacia arriba, Jonas mantenía su guardia, pero no atacaba. Eso enfurecía
aún más, era como si se estuviera burlando de él, como si no le tomará en
serio. Will cogió esa rabia y la convirtió en la energía para una última
embestida, se lanzó de frente aún sabiendo que era lo que Jonas esperaba, pero
no le quedaba fuerza para intentar otra cosa. Will vio como una vez más la
espada de Jonas se interponía en su trayectoria, sin embargo, cuando ya creía que
su último ataque estaba condenado a acabar como los anteriores la espada de
Jonas cayó hasta dejar su pecho expuesto y la espada de Will llevada por la
inercia se lo atravesó limpiamente. Los dos contrincantes cayeron al suelo, uno
de los dos ya muerto antes de tocarlo y mientras las manos de Will se empapaban
de la sangre de su amigo un sentimiento empezó también a inundarle.
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