Siempre
me había horrorizado volar nadie comprendía que me perdiera conocer lugares
exóticos y dignos de vivir las mas apasionadas de las aventuras; Todos los años en el mes de diciembre,
decidíamos qué lugares conoceríamos a lo largo del año siguiente; precisamente éste año viajaríamos todos juntos
a lo largo y ancho de la península, me había librado de escuchar las mismas
monsergas de siempre sobre mí miedo a volar.
Eran
alrededor de las doce del mediodía cuando recibí una llamada a cobro revertido
desde Dublín; Era Pablo, estaba detenido
desde la noche anterior, necesitaba que fuera a Dublín antes de las tres de la
próxima madrugada, al ser menor de edad algún familiar suyo debía hacerse cargo
de él; Un escalofrío recorrió mí cuerpo,
le había prometido recorrer el mundo entero cuando me necesitase. Investigué si existía alguna manera de llegar
a Dublín sin necesidad de pasar por un aeropuerto pero no tuve suerte, la
combinación tren-barco me llevaría mas de veintisiete horas, cuando hubiera
llegado a mí destino Pablo llevaría muchas horas en un centro de menores,
quería evitarle una mala experiencia …
Hablé
con Tano, un amigo de toda la vida que para mí suerte es farmacéutico y logré
que me diera unos relajantes que me hicieran en la medida de lo posible, poder
aguantar semejante calvario; Ya estaba
sentada en el asiento del maldito aparato, pasó una azafata y le pedí un poco
de agua, necesitaba tomarme las pastillas, de las seis ingerí cuatro, sólo
recuerdo la figura de un hombre que al parecer me saludó cuando procedía a
sentarse a mí lado, no recuerdo ni tan siquiera elaspecto que tenía.
Una
vez hube sacado a mí queridísimo Pablo de la comisaría, comprometiéndome por
escrito a traerlo a Dublín cuando el juez lo estimase pertinente, nos
encaminamos hacia el aeropuerto no sin antes hacer una paradita en un café para
tomarme las otras dos pastillas; Una vez
sentados en el avión, Pablo se cachondeaba de mí terror a volar y no paraba de
reir, ésta vez las pastillas no estaban haciendo el efecto deseado y no paraba
de pensar en las cosas tan espantosas que podrían ocurrir durante el trayecto ¡
Uf! Un escalofrío recorrió todo mí cuerpo estuve en un tris de salir corriendo
y bajarme, entonces Pablo empezó a comprender que debía tranquilizarme; Por fin empieza el aparato a moverse, cuando
comprendo que estamos volando cierro los ojos, intento dormir, no puedo, cuando
apenas llevamos media hora de tormento noté que toda yo me iba de repente hacia
el techo, la gente gritaba, no veía a Pablo, intentaba agarrarme a algo que me
ayudara a ponerme de pie, no podía y también de repente nos caímos rápidamente
al suelo del avión, como si fuésemos de plomo; Lo último que recuerdo fue la
cara de mí pobre niño con la cara ensangrentada.
Cuando
desperté en el hospital me dijeron que la cabina del avión perdió presión y que
caímos en picado durante unos cuarenta segundos, tiempo suficiente para que al
menos treinta personas resultáramos heridas y tiempo suficiente para darme
cuenta de qué el miedo que yo sentía a volar seguiría conmigo de por vida.
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