sábado, 7 de julio de 2018

Me desperté con la boca seca y un dolor de cabeza insoportable, no recordaba prácticamente nada de anoche. ¿Qué hora es? Mierda, las doce y media del mediodía, tenía que entregar los bocetos a la una. Esa era la razón por la que nunca conseguía un trabajo, no era capaz de asumir ningún compromiso. ¿Qué hice ayer? Solo recordaba haber recibido la mitad por adelantado de esta última faena. Marga iba a matarme como volviera a hacerle quedar mal con otro de sus amiguitos de las galerías de arte. No me conseguiría más trabajos y entonces sí que estaría jodido.

Me puse en pie y eché mano de diez dibujos que había dejado preparados de los quince que había acordado entregar. Hacía uno de esos días de agosto que el calor se siente como un manto pesado sobre los hombros, el cielo estaba negro amenazando con llover y la electricidad se podía sentir en el aire. Junto a los trabajos tenía que entregar un pequeño currículum con una foto de carnet, así que me dirigí al fotomatón que había en la esquina; estaba ocupado. Mierda, la una menos cuarto ¿tardará mucho este tío? A través de la cortina se podía distinguir una pierna ortopédica, y cada vez que ese individuo se movía emitía el sonido más desagradable que había alcanzado a escuchar nunca, era como el crujir de dos globos cuando los friccionas entre si. Aquello me propinó una terrible punzada de dolor en la cabeza y decidí no esperar más. Entregaría las fotos en otro momento.

Rebusqué en mis bolsillos y saqué un pequeño papel arrugado y sucio. C/Ruzafa, nº 27 rezaba en la perfecta caligrafía de mi ex mujer. Una vez allí encontré la pequeña galería de arte. Dentro había un tipo con complejo de Andy Warhol esperándome que me espetó alargando las palabras: "Sin fotos no recogemos ningún trabajo" como si yo fuera disminuido. Aquel tío me estaba sacando de mis casillas, pedí ir al servicio pero se encontraba ocupado. Golpeé varias veces la puerta y la única respuesta que obtuve fue, otra vez, aquel sonido insoportable. Estaba sudando como nunca en mi vida y me dirigí al lavabo para refrescarme, en el preciso instante en que me agaché la puerta del retrete se abrió y lo único que alcancé a ver a través del espejo fue una pierna ortopédica, acompañada de aquel chirrido repugnante. ¿Me está entrando la paranoia? Necesitaba chutarme. Si salía en aquel momento de allí quizá llegaba a tiempo antes de que Charlie cerrase el chiringuito. Le pedí la otra mitad de lo acordado a Warhol para poder sacarme unas fotos en condiciones y le dejé diez (de los quince bocetos) en calidad de fianza.

La finca de mi camello era como uno de esos moteles de carretera de las películas americanas, salir de ahí colocado no era tarea fácil. Para cuando llegué allí los nubarrones eran tan densos que casi parecía de noche. Me abrió la puerta un hombre con los dientes negros: Charlie no está aquí ahora, puedes esperarlo fuera. Una de esas lámparas que atraen a los insectos colgaba del techo chisporroteando a la luz de la muerte, hacía un bochorno insoportable y me estaban entrando los sudores fríos. Empecé a escuchar a lo lejos el espeluznante crujido que llevaba atormentándome toda la mañana ¿me estaré volviendo loco?. Me di la vuelta y ahí estaba, aquella pierna ortopédica, que iba unida a un hombre de un aspecto lamentable; se quedó allí observándome. Una mosca cayó en la trampa y se chamuscó emitiendo un destello que iluminó la cara de aquel individuo, casi parecía un fantasma. Echó a correr y fui tras él, aquel lugar era laberíntico y en mis condiciones temía no saber volver pero se iba a enterar ese mamarracho. Reinaba un silencio solo interrumpido por ese sonido, como si alguien estuviera maltratando las cuerdas de un violín. No sé cuanto tiempo duró la persecución, perdí la noción del tiempo. Otra mosca dio a parar directa a la trampa, otro destello de luz, me encontraba otra vez delante de la puerta de Charlie y el tipo de la pierna ortopédica había desaparecido. El hombre de los dientes negros me indicó que ya podía pasar. Charlie me preparó un chute y yo me ajusté el cinturón alrededor del muslo. Si sigo picándome aquí acabaré como el tipo de la pierna ortopédica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario