Unas largas piernas se acercaban lentamente hacia él;
- Perdone… Como
un resorte levantó la mirada hacia la cara de la mujer que le interpelaba, sin
poder evitar sonrojarse, y maldiciéndose por dentro sabiendo que ese gesto lo delataba
irremediablemente. - Perdone- repitió esta- podría indicarme
donde está el baño. -Sí, claro, perdón… ve ese pasillo, pues… la segunda puerta de la
derecha… - Gracias.
Héctor no pudo evitar volver a bajar la vista hacia las
piernas de la dama mientras esta se marchaba con paso acelerado hacia el camino
indicado.
Era una de esas cosas que le sucedían últimamente y no podía
evitar, desde el accidente su mirada se dirigía sin control alguno hacia las
piernas de todo aquel que le rodeaba, lo cual era bastante molesto, suponía que
también para los demás pero sobre todo para si mismo, le fastidiaba no poder
controlar su comportamiento, le hacía parecer raro y en estos momentos le distraía
de su trabajo, dirigió su vista a la izquierda donde se encontraba la obra que
supuestamente debía custodiar, era un pequeño hoyo excavado en el propio suelo
de la galería de forma cuadricular y alrededor de 2x2 metros y otro más de profundidad; lo que supuestamente
hacia de esto una obra de arte digna de ser expuesta y custodiada era el
contenido de la misma, una especie de material traslucido y gelatinoso de un
color verdoso, que según el autor representaba su particular visión de la sociedad
actual, una sociedad que solo te dejaba ver lo que quería y que parecía flexible
pero que en realidad te atrapaba en sus convencionalismos y no te dejaba ser tu
mismo, eso o alguna mamarrachada por el estilo.
A Héctor esa obra y todas las otras que le rodeaban le parecían
una autentica gilipollez, y no le entraba en la cabeza como podían transmitirle
algo a alguien. No era que el despreciara el arte, en el pasado había disfrutado
de las obras del Prado y otros museos de Madrid, y en incluso las pocas
ocasiones que había viajado sacaba tiempo para visitar alguno de los museos de
la zona. El problema lo tenía con ese tipo de arte en particular en el que,
según su opinión, cualquier cosa que hiciera un artista con algo de nombre ya
se consideraba arte, y era valorada en
millones. Pero bueno, no le pagaban para apreciar las obras, solo para evitar
que ninguno de los invitados a la inauguración se pasase de curioso y estropease
alguna de esas “maravillas”.
Debía de estar agradecido a Eva, después del accidente le había
costado encontrar curro, y aunque este no era desde luego su trabajo ideal ya
era más lo que había hecho ella que lo que había recibido de sus antiguos
jefes, cada vez que pensaba en esos cabrones le hervía la sangre, después de
quince años trabajando para ellos y después de la lealtad mostrada, habiendo
podido denunciarles, se lo agradecían seis meses después con una indemnización
de mierda que no cubría ni una decima parte de los gastos que todo lo causado
le suponía, no contentos con eso cuando fue a reclamarles le vinieron con
coacciones mafiosas que… En ese momento Héctor
no pudo evitar fijarse en unos enormes tacones que bordeaban en peligroso
equilibrio la línea de seguridad, iba a advertir a la mujer cuando uno de los
tacones cedió y esta se precipitó hacia la piscina de gelatina.
-¡Cuidado!
Héctor se lanzó hacia ella desesperado y consiguió asirla
por un tirante del vestido cuando esta
ya caía de cabeza, la atrajo hacia si y ya respiraba aliviado cuando algo cedió,
y de pronto se encontró a si mismo cayendo hacia la piscina y sin nada a lo que
agarrarse, lo máximo que logro fue caer de pie, notó como esa masa gelatinosa
le cubría casi hasta la cintura y pese al revuelo general y a saber que lo más
probable es que ya hubiera perdido el trabajo su primer impulso fue salir de allí,
apoyo sus manos en el bordillo y se impulsó hacia arriba, de repente un dolor
atroz que solo recordaba haber sentido otra vez le sacudió la pierna derecha;
- ¡Aaarrghh! Nooo, joder, nooo…
Sin poder evitarlo miro esta vez hacia sus propias piernas,
o más bien hacia su propia pierna, en
la piscina, ya totalmente desprendida de él se podía ver una pierna ortopédica atrapada
en el interior de la gelatina, lo último que su mente delirante pudo discurrir
antes de caer en las tinieblas fue que la obra le gustaba más ahora.
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